Philip Jackson dice en su libro "Enseñanzas implícitas" que -casi como ninguna otra- la profesión de docente ofrece la posibilidad constante de repensar sobre el propio ejercicio de la misma. Todo el tiempo estamos pensando a partir de nuestras clases, por qué damos un tema cómo lo damos, cómo mejorar la interacción con nuestros alumnos, descubrir la forma de llegar a ellos a través de un tema determinado, y tantas cosas más...
¿Por qué enseñar el algoritmo de la suma o de la resta cuando es algo que traen los chicos de la casa o que puede ofrecerle cualquier familiar?
La escuela otorga -en este caso y otros que se les pueda ocurrir- un valor agregado. Debería hacerlo. Al ver este contenido, los chicos de 1° o 2° grado están también aprendiendo estrategias de cálculo, reflexionando sobre el cálculo en sí, aprendiendo una manera de pensar, aprenden a resolver problemas, incorporan secuencias de razonamientos lógicos...
Creo que sobre esto hay un acuerdo bastante generalizado.
Ahora, si los chicos -nativos digitales- ya traen un sinfin de habilidades digitales, ¿por qué todavía cuesta tanto incorporar ese "valor agregado" en el proceso de aprendizaje en las escuelas?
Tenemos mucho material escrito sobre la incorporación de las TIC en el aula, en el proceso de aprendizaje. Hay muy buenas experiencias realizadas por docentes de todas partes del mundo y gracias a espacios como este tipo de blogs se difunden cada vez más. Pero siento que quedan como experiencias aisladas que dependen de la voluntad de quienes las llevan adelante -docentes y/o directivos. Hoy me preguntaron en una entrevista, si el trabajo con herramientas de la web 2.0 -como wikis, foros, blogs- que estamos desarrollando en mi escuela estaba, de alguna manera, supeditado a lineamientos curriculares del Ministerio, y qué fines perseguía. Hablé bastante sobre los objetivos al incorporar las TIC como parte del proceso educativo. Sobre el Ministerio..., no supe qué responder.
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